viernes, 13 de junio de 2014

    El 21 de junio, solsticio de invierno o año nuevo aymará

Bolivia es conocida por su gran multiculturalidad y su autenticidad, ya que el 55% de su población es indígena y autóctona. En el año 2010, el país fue rebautizado por su Presidente, Juan Evo Morales Ayma, “Estado Plurinacional de Bolivia”, cuyo hecho se celebra oficialmente el 22 de febrero.

Entre las 38 etnias del país, una de las más conocidas, por representar el 25% de la población y sobre todo porque el Presidente mismo forma parte de ella, es la aymará. Ésta vive principalmente en el altiplano, una planicie alta con más de 4.000 metros de altitud. Se cree que este pueblo desciende de los tiwanakotas, una civilización anterior a la inca.

Esta cultura es conocida por ser conservadora y sobre todo muy resistente, ya que a pesar de las invasiones incas y españolas, perdura hasta hoy en día. Actualmente más de 1,6 millones de personas hablan aymará y practican las tradiciones de su cultura. Esta persistencia se explicaría gracias a una aparente sumisión a las demás culturas y un sincretismo que ocultaba en realidad una práctica secreta de costumbres aymaras en el núcleo de los hogares. Es por ello que aún hoy en día, en muchos lugares se habla aymará en las casas y quechua (idioma de los incas) o castellano, en sociedad. 

Los tiwanakotas eran explotadores ingeniosos de su medio natural. Tenían un sistema de irrigación muy desarrollado con el fin de poder cultivar en el árido y gélido altiplano. Tenían también un sistema de migración para ir a cultivar y recolectar productos que no tenían, de otros ecosistemas (como por ejemplo frutos de Los Yungas, valles de menor altitud y más fértiles).

Una de las mayores contribuciones de los aymaras es la cultura de las patatas, de las cuales hay más de 200 tipos distintos. Inventaron un sistema de conservación muy particular: la deshidratación para congelamientos/descongelamiento sucesivos de las patatas que se transforman así en chuño, que es una pequeña patata negra desecada con un gusto muy particular que aún hoy en día forma parte de la alimentación básica de los bolivianos.

Otro gran tema de conocimiento aymará es el calendario astral, semejante al de los mayas, basado en sucesos del cielo y de la tierra, con el fin de organizar la vida social de los hombres. Es por esto que los equinoccios y solsticios son muy destacados y objeto de importantes ceremonias y rituales.    

El 21 de junio, día del solsticio de invierno en el hemisferio sur y por lo tanto en Bolivia, es también el día de año nuevo para los aymaras. El sol se encuentra aquel día en el punto más alejado de la tierra y es el día más corto y la noche más larga del año. La fecha marca el final de la época de cosecha y el inicio de un nuevo ciclo agrícola.

La noche del 20 de junio, la población, convocada por sabios (yatiris) y sacerdotes andinos (amautas) se reúne para decir adiós al año que ha pasado, en torno a una mesa ceremonial, con coca, alcohol y otros elementos de ritos andinos. Se hace vigilia toda la noche hasta el inicio del nuevo día, cuando el sol ofrece sus primeros rayos estos se reflejan en lugares precisos sobre sitios sagrados tiwanakotas.

A una hora de La Paz, en el sitio de Tiwanaku, hay ruinas de un antiguo templo tiwanakota, que son las más grandes de esta civilización. Hoy en día aún se encuentran nuevos yacimientos sagrados. Esta civilización tiene todavía muchos grandes misterios por hallar, pero lamentablemente los científicos carecen aún de los medios para  descubrirlos.

Tiwanaku es el vestigio más conocido, ya que está muy cerca de La Paz y fue una antigua ciudad sagrada de gran importancia. Su templo es, en los momentos de sucesos astrales, el escenario de ceremonias y ritos que atraen a grandes masas de turistas y fieles.

Cada 21 de junio, el solsticio más importante, hay una ceremonia en la que participan junto con la gente personajes políticos de importancia, como ser el Presidente mismo.

El Presidente también ha realizado una ceremonia en Tiwanaku para sacralizar su toma de posesión de la presidencia, haciendo reconocer así esta cultura relegada durante siglos en un destacado acto político y simbólico.  

En Tiwanaku, después de una larga noche de vigilia, cerca de las 8 de la mañana, los rayos del sol, al levantarse, pasan por la puerta del sol de Kalasasaya, iluminando el monolito “Ponce”.

Después de la salida del sol, se hace una mesa de ofrendas al sol “Inti” y a la madre tierra, la “Pachamama”. En esta mesa los sacerdotes sacrifican llamas cuya sangre representa la ofrenda suprema para asegurar la prosperidad, la fertilidad de la tierra y la reproducción de la vida gracias al sol que hace crecer las semillas. El día se llena de festividades: la gente bebe, come, baila, etc.      

1 comentario:

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